- El medio los ha bautizado de muchas formas, el menos incómodo es el de "jugador de iniciación", sin embargo a la espalda de él y de sus papás, es el "tronquito" del equipo, el estorbo, el descoordinado, el bulto o el torpe, etc.
En aquel tiempo, el profesor, Director Técnico y Contador Público,
José Antonio Roca, nos impartía la clase de técnica en el CECAP y constantemente
mencionaba que al fútbol mexicano llegaban muchos extranjeros “atécnicos”. Por
eso, y en homenaje a ese término tan original que escuché por primera vez decir
al gran entrenador mexicano (QEPD) voy a escribir éstas líneas acerca de esos
niños que apenas comienzan en el mundo del fútbol a edades tardías y que
presentan varios desajustes motrices y por ello, son víctimas del bulling de
los demás compañeros, el entrenador y a veces hasta de sus propia familia.
Es un jugador que de entrada no sabe ni siquiera cómo debe
presentarse al terreno de juego.
Reconoce que debe llegar uniformado y se esmera, lleva sus zapatos
bastante limpios porque únicamente se los pone cada ocho días, la playera la
lleva perfectamente lavada porque para su mamá, él ya juega en un equipo de
fútbol, las medias y el short son lo mismo, pero ni siquiera tenía idea de que
no se puede jugar al fútbol si no se traen puestas, un par de espinilleras.
Una vez en la cancha, nadie quiere realizar el calentamiento con
balón con él, a menos que los más aventajados necesiten “un torito” para los
ejercicios. Cuando se trata de correr y superar ciertas dificultades motrices,
es la burla de los demás compañeros si el entrenador se hace el que no ve lo
que pasa y no marca límites a los demás jugadores.
Durante los partidos, el entrenador, las primeras veces le indica
donde colocarse, pero en unos cuantos días a percatarse de su atraso,
simplemente lo ignora, sabiendo que “lo mete porque paga” comenzando un círculo
vicioso muy lamentable: el niño cree que juega, el entrenador no le enseña ni
lo motiva, y pasado el tiempo reglamentario, lo saca del partido, sin hacerle
ver lo que debe mejorar. El niño se va creyendo que así es el juego, que no lo
puede hacer de otro modo y que así es suficiente.
Finaliza el partido y en casi todos los casos, los niños ingenua o
inocentemente, se van satisfechos de su actuación. La mamá casi siempre es la
que lo lleva y para ella, con tal de que se divierta es suficiente. Hay otros
casos de niños un poco más grandes, que saben que están jugando mal, porque los
demás compañeros se lo señalan. Comienza la rabia interna, la confusión, la
desmotivación.
Este tipo de niños, ¿Qué características tienen?
·
Juegan fútbol muy pocas veces a
la semana.
· Generalmente no tienen hermanos o alguien
más con quien puedan competir, aprender, luchar y madurar su idea de lo que es
este deporte.
·
Comienzan después de los 11 o 12 años a jugar fútbol de manera organizada.
·
Cuando entran a la cancha,
corren, corren y corren, sin entender que tienen una posición y que ésta tiene
a su vez, funciones y responsabilidades. Este tipo de niños hacen círculos en
la cancha y tal parece que están persiguiendo el balón y cuando les pasa cerca,
incluso le tienen temor.
·
Otros niños hacen todo lo
contrario: se sitúan en la cancha y no se mueven, creyendo que los compañeros
van a traerle el balón a modo para que puede chutar.
·
En el mejor de los casos, hay
niños atécnicos que provienen de otros deportes, casi siempre individuales y por
ejemplo, los que practicaron Tae Kwo Do levantan tanto el pie que, pueden
cometer faltas imprudenciales.
·
Este tipo de niño desconoce por
completo cuáles son sus posibilidades, pues el entrenador lo ignora, no le
tiene paciencia y conforme pasan las semanas, no sabe dónde más colocarlo
porque le estorba para “su esquema”.
Entonces ¿Qué hay que hacer?
De entrada, con una breve motivación, explicación y práctica de velocidad
de aproximación, el niño aprenderá a cerrar ángulos de pase y se dará cuenta,
descubrirá, cuáles son los secretos de los grandes jugadores que recuperan fácilmente
el balón.
Una práctica intensa de técnica individual nada más lo
va a desmotivar más de lo que ya está. Mejor es más importante, trabajar con él
poco a poco en su coordinación psicomotriz, ya que si no está ordenado el
pensamiento, menos lo estarán los pies y las piernas. Los entrenadores deben
ser pacientes con ellos para detectar sus debilidades y cambiarlas
cuanto antes por virtudes y posibilidades. Podemos trabajar con juegos su coordinación y con ejercicios integrados su aprendizaje comprensivo.
Como conclusión podemos decir que desafortunadamente, la
mayoría de los entrenadores formativos no le tienen paciencia a este tipo de
niños, tampoco las ligas, la competencia misma les tienen paciencia, los demás
papás menos y en consecuencia sus compañeros lo perciben como un estorbo, sin
embargo, a la vez también lo necesitan pues es un ingreso seguro para las
escuelas de fútbol.