Armando Anaya, 2014
Hace algunos años escribí un documento que hablaba sobre los
riesgos y amenazas que había para los docentes que laboran en universidades
privadas, con la llegada de varios consorcios internacionales a nuestro país,
representando el neoliberalismo y provocando mayor inestabilidad en sus
trabajos al no contar con ningún tipo de prestaciones sociales.
Ahora voy a explicar qué es esa palabra para que nunca más
la olviden y cuando las cosas sean injustas se digan por su nombre:
precarización.
La precariedad laboral se a la aparición y creciente
generalización de formas de trabajo que suponen mayores niveles de
inestabilidad, incertidumbre e inseguridad laboral, en la medida en que agentes
externos como medidas del Estado, políticas públicas o cualquier otra, vienen a
sustituir al “empleo tradicional”, caracterizado por jornadas laborales con
horarios estables y de acuerdo a legislación, estabilidad en el puesto de
trabajo y mecanismos de negociación salarial centralizados.
Muchos podrán decir, “vivimos en una época de incertidumbre”
de acuerdo, eso es otro modo de interiorizar el neoliberalismo en nuestra
ideología a través de la denominada sociedad
postmoderna.
¿Qué consecuencias tiene para los entrenadores la
precarización laboral?
Primeramente como se mencionó, la inestabilidad en trabajos
que no deberían tener la misma presión meritocrática y resultadista que hay en
los niveles de élite.
Aparentemente, nula posibilidad de creación de un sindicato
que cuida y proteja los intereses de entrenadores, monitores, instructores,
directores técnicos y cualquier otra forma de empleos remunerados o no
relativos a la formación, entrenamiento, búsqueda, reclutamiento, promoción y
desarrollo de los niños y jóvenes que practiquen fútbol.
Nula protección social del entrenador por parte de los
dueños de escuelas, sabiendo que lo que la ley señala al respecto.
Evasión de toda clase de compromisos fiscales, legales,
laborales y sanitarios, con respecto a la fuerza de trabajo que emplean en sus
centros de formación o como les llamen.
Bajo la excusa del trabajo flexible, los legisladores han hecho
cada vez más y más invisible este tipo de oficios, profesiones o empleos, por
considerarlos informales o como pasatiempo, aun cuando un enorme porcentaje de
personas de esto se mantienen.
En fin, no quise pasar la oportunidad de explicar este
concepto que como se nota, se refiere a la inseguridad, incertidumbre y la
falta garantía de las condiciones en el plano laboral del grupo de entrenadores formativos
mexicanos que oscila en medio millón de sujetos de diferentes edades, niveles
socioeconómicos y género.
Finalmente, por eso urge la unión entre todos, para que las
escuelas sólo contraten entrenadores “sindicalizados” y sepan que no están
solos en su labor.