El
entrenador formativo, un decálogo de sus responsabilidades deportivas y
pedagógicas.
Por Armando Anaya
Director Técnico de Fútbol Profesional CECAP Femexfut
1) Toda teoría del entrenamiento deberá estar pensada y
probada con niños. No basta con disminuir la intensidad y el volumen de los
ejercicios.
2) La especialización temprana va en contra de muchos principios
pedagógicos, físicos, sociales y deportivos como el de la inclusión, la pluralidad, el
derecho a jugar en diferentes partes de la cancha, etc.
3) El convencimiento siempre debe estar por encima de la
imposición. Por eso el juego se constituye en la base del desarrollo.
4) Existe una responsabilidad mutua entre el niño deportista
y el formador en cuanto al primero a descubrir, aplicarse, retener, aprender, divertirse
y mejorar y el segundo a fomentar la práctica de cualquier actividad motriz sin
importar y tomar en cuenta todas las medidas necesarias que eviten accidentes o
lesiones.
5) las destrezas y aprendizajes aprendidos mediante el
chantaje, la presión, la amenaza o el insulto, rara vez se convierten en
significativas y alcanzan a formar parte del andamiaje.
6) La responsabilidad pedagógica es más importante que la
dirección tecnomotriz.
7) Si no se corrigen desde la primera vez los fallos
elementales de movimiento, éstos volverán a salir en mediano plazo y formarán
parte de las cosas que no superó el niño desde la infancia.
8) Los contenidos deben ir al ritmo de aprendizaje y al
grado de progreso de los niños y no sólo orientarse al objetivo de la sesión.
9) el formador, el jugador y los padres, han de saber
identificar la diferencia entre excluir y conformar subgrupos homogéneos que permitan trabajar
aspectos específicos.
10) El entrenamiento no es un espacio de “apapacho o jaula
de protección infantil” sino más bien el lugar donde se descubren las bondades
del deporte a través de juegos condicionados o no pero que desarrollan en el
niño habilidades y valores que contribuyen a su cultura deportiva.