La
comunicación en el entretiempo.
Por
Armando Anaya*. 18 de agosto de 2013
El fútbol
asociación es un deporte colectivo cuya duración es de dos tiempos de 45
minutos y entre cada uno de éstos lapsos, un descanso de 15 minutos. En los orígenes de este deporte el tiempo de
descanso era un asunto que quedaba a criterio del árbitro central, lo que podía
hacer que el entretiempo durará menos de cinco minutos, o quizás hasta media
hora. Al llegar las transmisiones televisivas, este descanso se tuvo que homologar
por cuestiones publicitarias a quince minutos en todos los partidos del mundo.
A lo largo de la
historia, hemos visto muchos equipos levantarse con el título después de venir
perdiendo, haciendo del entretiempo una especie de revulsivo anímico por el
bien del espectáculo. Hay casos donde los equipos parecería que necesitan
escuchar a su técnico para ajustar, redoblar esfuerzos e incluso revertir los
resultados.
Incluso hay
directores técnicos que se han hecho famosos por sus pláticas durante el
descanso, logrando mantenerse en los mejores niveles de competencia gracias a
sus virtudes como motivadores.
Pero ¿Qué se les
debe decir a los jugadores? ¿Cuánto tiempo hay que hablar? ¿Cuáles son los
niveles de atención después de un esfuerzo prolongado y estresante? ¿Cómo
debemos organizar nuestros pensamientos para exponerlos?
Lo primero que
debemos recordar es que los jugadores de cualquier nivel de competencia llegan
al entretiempo con una carga de emociones encontradas que se van acumulando
minuto a minuto, por las decisiones arbitrales, errores propios o de los
compañeros, aciertos fortuitos del rival, etc. Eso significa que si a un
jugador que llega enfadado o desconcertado, se le aborda con largos discursos y
de paso regaños, la atención no va a estar en el mejor de los escenarios.
Segundo. Es
importante dejar que los jugadores se pongan cómodos en el vestuario; algunos
se hidratarán y refrescarán la cabeza de inmediato, otros dejarán pasar unos
minutos; unos se acostarán los pies levantados, otros pedirán ayuda al
masajista, se desabrocharán vendajes, etc.
Tercero. Nuestra
comunicación deberá adaptarse a la edad y nivel de competencia del jugador. Por
ejemplo en categorías infantiles bastará con recordar ciertas cosas hechas
durante los entrenamientos, mientras que con juveniles será necesario saber
escuchar sus lecturas del partido y sus posibles soluciones.
Cuarto. El
entrenador debe saber estructurar su mensaje de acuerdo a las características
del marcador y a lo que se está viendo en la cancha. Si nuestro equipo va
goleando holgadamente no tendría ningún caso enfatizar y remarcar los errores
cometidos, si vamos ganando por la mínima diferencia en un cotejo cerrado,
tendríamos que hacer un análisis conjunto, y si el grupo va perdiendo, hablar
sobre las cosas (por pocas que sean) que han sido bien hechas para continuar
intentando ese camino.
Quinto. La charla
de entretiempo no es un escenario donde priven los regaños vaya como vaya el
marcador. El entrenado debe organizar su discurso sin olvidar el uso de los
tres tipos de argumentos que existen para persuadir: logos, para dar datos duros y convencer mediante los números, Por
ejemplo: “juan llevas tres pases errados consecutivos por no perfilarte al
balón”. Los argumentos de tipo pathos,
para llegar a la parte más sensible del jugador, a sus emociones y
sentimientos, Por ejemplo: “Muchachos ustedes han sido afortunados por contar
con ese talento, pueden lograr lo que se propongan con su grandeza” y ethos, para convencer acerca del deber
ser. Por ejemplo: “Juan, el fútbol es tu profesión y no dura toda la vida, eres
un ejemplo para muchos en la sociedad, pero sobre todo tu familia espera lo
mejor de ti”.
Finalmente, Como
nos damos cuenta, durante el descanso entra en juego el proceso de la
comunicación humana y para lograr recobrar la confianza o conservar el carácter
férreo de nuestros jugadores es necesario, saber escuchar, conocerlos, saber
hablar en público y tener el talento necesario para convencer, porque el
entrenador finalmente está ahí para enseñar, y cuando enseñar no es suficiente
hay que convencer y cuando no alcanza, hay que inspirar.
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El correctivo aplica siempre y cuando
se fundamente en la inaplicación de algo previamente aprendido. Regañar
partiendo de supuestos no sólo es injusto sino poco profesional. ¡Valore lo
bueno!
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Si cada que el jugador regresa del
primer tiempo, se encuentra a su entrenador siempre molesto, enfatizando lo
malo y nunca valorando lo bueno por poco que sea, ello va mermando en la
autoestima de los más jóvenes y perdiendo autoridad con los más experimentados.
¡Dosifique sus regaños!
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La charla de entretiempo de hoy
requiere de un entrenador que haga a su jugador analítico y participativo, que
encuentre la solución poco a poco y que construya su conocimiento a partir de
él, no de las formas tradicionales de exposición. ¡Deje hablar a sus jugadores!
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La charla de entretiempo es un momento
de descanso para el jugador, no es el atrio para el lucimiento de la elocuencia
y el buen verbo del entrenador y peor aun cuando el profe del dice al auxiliar
“¿quieres agregar algo profe?”
*D.T. futbol profesional. Coordinador General de
Futbolscopia Entrenadores.