Mouriño vs Guardiola: Fútbol de autor donde no cabe el Star System.

Nota de color.

por Armando Anaya

Ambos actúan para la cámara. Son modelos lúdicos que apasionan desde sus bancos con sus movimientos y gesticulaciones; hacen enfurecer o gozar a las multitudes. Uno provoca y el otro desprovoca, que importan quién hace qué, ambos con sus estilos tan infinitamente parecidos en sus búsquedas o tan infinitamente distantes con sus maneras, hacen que salten al campo veintidós convencidos de sus arengas; los dos son capaces y los 22 de dar la vida por ellos.
Uno vocifera en catalán, el otro le responde en portuñol, aunque sabe italiano y perfecto inglés.
A Mouriño se le acusa de ser el Maquiavelo moderno del Calcio aunque hay nacido en Portugal; a Guardiola del niño estudioso y ejemplo de llevar a la realidad el citus, altius, fortius, de la Grecia Clásica. El Primero fue un modesto jugador que supo entrar al mundo de los banquillos como traductor; el segundo fue antes del gran entrenador que ahora es, un extraordinario mediocampista que corría y corría, con un especial espíritu de sacrificio y una inmejorable capacidad de adaptación.
Desde luego que ambos han leído más que de fútbol. Los dos conocen más allá de las reglas del managment, el dote de las relaciones públicas y las estrategias digitales.
A Guardiola le gusta el 4-2-3-1, vistoso, elegante, tocador, paredes cortas y largas combinadas con espectaculares desprendimientos a velocidad, pases entre líneas sobre todas las cosas. A Mouriño le gusta la táctica, el domingo juega 4-2-2 y el miércoles 4-3-2-1, no tiene preferencia, sólo sabe que el fin justifica los medios.
El branding algunas veces toma forma de ser humano: homo Gucci, homo Boss. Qué importa quién es quién, ambos hacen creer que no y de pronto muestran el as bajo la manga; modernos estrategas militares que en breve estarán, quizás uno de ellos ganando jugosas cantidades en la liga de Quatar y el otro en el Pentágono enseñando a ganar con las reglas de juego a tu lado.